Los peligros del mercurio para la salud y el medio ambiente

Existen sustancias en nuestro medio natural que son utilizadas para muchas funciones de nuestra vida cotidiana, pero que pueden conllevar un peligro realmente importante, que muchas veces desconocemos, o no damos la importancia que realmente tienen. Hablamos, por ejemplo, del mercurio,  uno de los metales más volátiles y dañinos para el medio ambiente, que el hombre utiliza para varias funciones, exponiéndose a un peligro evidente.

Uno de los usos más cotidianos del mercurio es el de los termómetros, que normalmente se han tenido en casa desde hace años. En los últimos tiempos se ha prohibido la venta de estos termómetros de mercurio y se ha pedido a los que todavía los tengan que se deshagan de ellos, por los problemas que pueden acarrear para la salud. Y es que el mercurio es un material altamente contaminante.

Y es que no solo es nocivo para el ser humano por el peligro de inhalar su vapor, algo que podría provocar graves daños cerebrales, sino también para el propio entorno y el medio ambiente, porque el mercurio nunca desaparece del todo en la naturaleza, y su contaminación, por tanto, tampoco lo hace. Esta contaminación daña el medio ambiente, y como efecto colateral, también al ser humano, que come animales o plantas posiblemente afectados por este material.

Y a veces es el propio ser humano el que se encarga, deliberada o inconscientemente, de propagar este peligroso metal por su entorno. Algunos pesticidas y fungicidas contienen ciertas cantidades de mercurio que pueden resultar fatales en el consumo de los frutos, vegetales y plantas que se hayan tratado a través de estos productos. Igualmente, las centrales eléctricas también expulsan una gran cantidad de mercurio vaporizado que afecta a todo el entorno natural, pudiendo provocar graves daños en la población.

Aunque los peligros del mercurio son bien conocidos desde hace bastante tiempo, los últimos estudios han incidido en la importancia de cortar por completo la utilización de estos productos por el mal que provocan en el medio ambiente y en el propio ser humano, habiendo además otras alternativas mucho más ecológicos y menos peligrosas.

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